El terror existencial de morir sin haber vivido

Hola, hermanas del Círculo:

¿Alguna vez os habéis descubierto pensando que nunca vais a leer todos los libros que queréis en esta vida? Esa montaña de lecturas pendientes crece a medida que pasa el tiempo, y la angustia de saber que no hay suficientes horas en el día para llegar a todo se convierte en una constante. Pero lo que es aún más aterrador es la sensación de que no sólo no vamos a poder leer todo lo que queremos, sino que no vamos a tener tiempo para vivir lo suficiente. Y eso no es solo cuestión de libros; es la consecuencia directa de un sistema que nos consume sin dejarnos espacio para realmente ser.

Hace poco leí una conversación que resonó profundamente conmigo. Pedro Berruezo compartió en Bluesky: "¿Alguna vez os habéis sorprendido pensando completamente en serio, ante la montaña de lecturas y relecturas pendientes, 'Bueno, con esto quizás me pueda poner dentro de unos pocos añitos, cuando me jubile'? Puro horror cósmico". La respuesta de Bukuku, aunque breve, fue aún más impactante: "Sí, pero es aún peor. Creo que nos enfocamos en la pila de libros pendientes porque es una manera aparentemente accesible e inofensiva de manejar el terror existencial que te empieza a invadir cuando tomas conciencia, a partir de cierta edad, de que vas a palmar sin haber vivido lo suficiente."


La angustia existencial: ¿por qué no vivimos lo suficiente?
Lo que Bukuku expresa tan claramente es algo que creo que muchas hemos sentido: la sensación de que, por más que vivamos, nunca viviremos lo suficiente. Da igual cuántos años tengamos, siempre nos queda algo por hacer, por leer, por sentir. Esa angustia no es casual; es el resultado de un sistema que nos empuja a ser productivas todo el tiempo, a consumir y a trabajar, sin espacio para descansar ni para conectar con lo que realmente importa.

Vivimos atrapadas en un sistema capitalista que nos obliga a vender nuestro tiempo a cambio de un salario, que nos obliga a estar ocupadas para justificar nuestra existencia. Nos hacen creer que el valor de nuestra vida está en lo que hacemos y en lo que producimos, y no en lo que somos ni en lo que sentimos. La presión por lograr más, por alcanzar objetivos, por cumplir con expectativas ajenas, nos despoja del tiempo que podríamos dedicar a lo que realmente queremos, como leer esos libros que siempre están en la lista, o simplemente vivir más plenamente.

¿Por qué la pila de libros pendientes refleja nuestro miedo a morir sin vivir?
La pila de libros pendientes, en muchos casos, es la representación física de ese miedo existencial: "Voy a morir sin haber vivido lo suficiente". Como dice Bukuku, proyectamos nuestra angustia en esa lista infinita de libros por leer, porque parece una forma manejable de tratar la certeza de que nunca vamos a tener tiempo para todo. Pero esa pila es solo una fachada. Al final, lo que realmente nos asusta no es solo no terminar de leer, sino no tener espacio para vivir fuera de las exigencias del sistema.

El sistema capitalista: la raíz de nuestra angustia
Este sistema en el que estamos inmersas nos ha enseñado a medir nuestra vida en términos de productividad. El tiempo ya no es nuestro, no es algo que podamos disfrutar libremente. Cada hora es una unidad de trabajo, una tarea que cumplir. 

Pero este enfoque nos priva de lo esencial: la oportunidad de conectar con nosotras mismas, de disfrutar de lo que realmente importa. La crítica al sistema capitalista, en este caso, es más que evidente: nos han robado el derecho de vivir a nuestro propio ritmo. Nos han empujado a vivir para trabajar y, en consecuencia, hemos dejado de vivir para nosotras.

La lucha por recuperar el tiempo perdido: el camino hacia la liberación
Entonces, ¿qué podemos hacer? No podemos conformarnos con la idea de que "esto es lo que hay". La vida es demasiado preciosa como para dejarla escapar bajo las reglas de un sistema que nos empuja constantemente a la productividad. La clave está en tomar decisiones conscientes que nos permitan recuperar ese tiempo para nosotras mismas, para nuestros "sueños, deseos, proyectos y vivencias".

La lucha no es solo sobre cómo gestionar el tiempo para leer o para hacer lo que nos gusta. Es una lucha por recuperar nuestra autonomía, por reclamar ese espacio que el sistema nos ha quitado. Si no luchamos por un tiempo libre que nos permita vivir de forma más equilibrada, seguiremos atrapadas en la rueda de la productividad hasta que ya no quede tiempo para nada más.


Conclusión: no hay tiempo que perder, pero sí hay tiempo para ganar
La reflexión es solo el primer paso, pero el cambio real requiere acción. No podemos simplemente aceptar el ritmo frenético de la vida post-capitalista; debemos cuestionarlo, reclamar nuestro derecho a vivir de manera plena y equilibrada. El tiempo es limitado, sí, pero eso no significa que debamos resignarnos a la idea de que siempre vamos a vivir aceleradas, sin espacio para la reflexión o para las cosas que realmente importan.

Es cierto que no podremos leer todos los libros que queremos, ni vivir todas las experiencias que deseamos, pero eso no nos exime de luchar por un sistema que nos permita tener tiempo para lo que realmente vale la pena. Quizás no podamos cambiar todo de una sola vez, pero podemos tomar decisiones pequeñas pero significativas: priorizar el tiempo de calidad, aprender a decir no a las distracciones vacías, reclamar nuestro derecho al descanso y a la desconexión digital, hacer la revolución, destruir el capitalismo. 

Y, sobre todo, demandar un equilibrio entre trabajo y vida personal que nos permita disfrutar de lo que realmente importa: nuestras pasiones, nuestras relaciones, y, sí, esos libros que siempre hemos querido leer. Podemos y debemos luchar por una vida más equilibrada, por el derecho a vivir fuera de las reglas impuestas. 

No debemos conformarnos con ser simples espectadoras de nuestras propias vidas. El cambio comienza cuando tomamos conciencia de lo que realmente queremos, y nos atrevemos a desafiar la idea de que debemos vivir siempre en modo "urgente". Porque, al final, lo que realmente importa no es cuánto hemos leído, sino cuántos momentos hemos vivido, de manera plena, auténtica y libre.

Cuidaos mucho, hermanas. 🌿✨


Comentarios