Huelga de trabajo doméstico y bienvenida a la primavera: Un día para mí
¡Hola,
hermanas del Círculo!
Estamos
a un pasito de que la primavera comience, y yo no puedo
esperar para dejar atrás la oscuridad invernal y celebrar el triunfo de
la luz. Es el momento en que se celebra la Pascua, cuyo origen se relaciona
con la diosa germana de la primavera, la fertilidad, el amanecer y
el despertar de las fuerzas de la germinación: Ostara. De esta
diosa deriva el nombre de la Pascua en inglés, Easter. En
Sajonia, esta diosa era conocida como Eostre y la liebre era
su animal emblemático. De ahí la tradición de los conejitos de Pascua.
En
fin, que este 19 de marzo, un día antes de que la estación renazca, he decidido
que es hora de mandar el reloj a la mierda y tomarme un respiro de este asco de
vida, que ya va viene siendo hora.
Hoy
os comparto mis planes para dar la bienvenida a la primavera de
la forma que mejor sé, que es volviendo a conectar con la naturaleza.
Y es que yo me rebelo contra la lógica de la explotación del tiempo y de
los recursos, y lo que quiero y lo que necesito es conectarme con lo que me
importa de verdad: el medio natural, nuestras relaciones y el simple hecho de
seguir viva. Así que, si estás cansada, acompáñame porque este fin de semana
me voy a tomar un día de huelga de trabajos domésticos y de cuidados y
voy a priorizarme a mí.
1. Levantarse temprano para ver el amanecer
El
primer plan en realidad no es uno de mis favoritos: despertarme antes de que el
sol se asome y salir a contemplar el amanecer. ¿Por qué? Porque
normalmente el fin de semana necesito descansar y dormir como una marmota, pero
es que el amanecer en estos momentos es precioso si tienes la suerte de que no
te salga un día nublado. Es como un recordatorio diario de que, a pesar de todo,
siempre hay un nuevo comienzo.
Imagínatelo:
te levantas cuando el mundo aún duerme, caminas hacia algún lugar tranquilo
–quizá un parque cercano– y, en ese silencio empiezas a notar los
primeros destellos de luz. Los rayos del sol se cuelan entre las
nubes y el aire se llena de los sonidos tenues de la naturaleza...
Sí, ya sé que no todas tenemos el lujo de decidir nuestros horarios, pero cuando puedas, regálate esos minutos de silencio y de conexión con la naturaleza. Y sé que probablemente llueva y sea todo un asco...
2.
Dar un paseo sin rumbo
Luego,
después de ese despertar relajadete, me gustaría dar un paseo. No un paseo de
gimnasio, ni una carrera de equis kilómetros, sino algo suave, sin presiones,
que me permita simplemente caminar y estar presente.
¿Sabes
ese sentimiento de caminar sin rumbo, simplemente dejándote llevar? Pues eso es
bonito. Olvida el ritmo frenético que nos imponen y date el gusto de pasear a
tu manera, sin reloj ni agenda. Mientras caminas, observa los cambios: el cielo
se aclara, el aire se siente diferente...
Ay, el paseo es una liberación. Podemos dejar que nuestros pensamientos fluyan sin ocupar nuestra cabeza con el trabajo, sin la presión de terminar alguna tarea pendiente. Eso sí, el paraguas tendré que llevármelo casi seguro.
3.
Recoger flores
Una
de las cosas que más me gusta hacer en primavera es salir a buscar flores
silvestres y hacer ramitos cutres. No se trata de arrancarlas sin más
o de ponerte gocha y dejar el campo tieso, sino de recolectar con cierto
respeto y de forma sostenible algunas florecillas que se abren camino en la
naturaleza. Las prímulas, los narcisos y las violetas empiezan a aparecer y,
aunque silvestres, son flores preciosas.
4.
Desayuno al aire libre
Otro
plan que me hace ilusión es desayunar al aire libre. Seguramente me llevaré un
sándwich en la bolsa para comérmelo en un parque, o en la naturaleza en plan
rollo contemplativo. Se trata de disfrutar y saborear la comida lenta y
conscientemente, saboreando cada bocadito. Supongo que prepararé algo sencillo
y rápido, que no se trata de un festín para el puto Instagram, sino de un momento
de relax conmigo misma.
Si
llueve, algo altamente probable por estos lares, pues me daré un pequeño
homenaje en una cafetería del barrio.
5. Leer en un parque
Después
del paseíto y el desayuno, mi plan es seguir tocándome el toto, esta vez
leyendo al aire libre si es posible. La luz natural y los
sonidos de la naturaleza crean el ambiente perfecto para perderse en una buena
historia. Cerca de mi casa hay un parque con un pequeño estanque. Es uno de mis
sitios favoritos para leer, en medio de la naturaleza y con el sonido
del agua de fondo. Sí, también se oye el ruido del tráfico, pero
bueno, se trata de intentar romantizar un poquito el momento, ¿no? Y, una vez
más, como seguro que llueve, aprovecharé para alargar el desayuno con la lectura. ¿No os
gusta leer en una cafetería? A mí me chifla.
6.
Plantar semillas
Tengo
una pequeña terraza con plantas de las que quiero ocuparme.
Las ramitas de los narcisos empiezan a secarse, la hierbabuena tiene ramas
podridas y la lavanda está un poquito pocha. El invierno ha sido duro,
amigas.
Una
vez de vuelta en casa, me gustaría arreglar un poquito el tema y seguramente
aproveche para plantar algunas semillas, porque este es un
superbuen momento para hacerlo. Seguramente optaré por el perejil o la
caléndula, plantas sencillas y resistentes que aguantan el maltrato de una
torpona como yo.
Me
gusta pensar que, al plantar, de alguna manera nos convertimos en parte activa
de la naturaleza en lugar de ser meras consumidoras pasivas. Además, compartir
tus cosechas o incluso intercambiar semillas y plantas con las vecinas es
maravilloso. ¡Vivan las vecinas que te regalan plantas!
7. Cocinar un plato primaveral
Yo
sé que no a todo el mundo le gusta cocinar. A mí, si tengo tiempo, me ayuda a
desconectar y lo disfruto. Aún no he elegido ninguna receta en concreto, pero
creo que es el momento de cocinar con productos de temporada: unos
esparraguitos, unos huevos rellenos, una rica quiche, una pasta con ricotta y
limón... Algo de esto. Y de postre, cómo no, la estrella de la temporada:
unas torrijas con azúcar y canela.
No
puedo estar más de acuerdo con Mikel López Iturriaga cuando publicó el otro día
que cocinar en casa es cada vez más un acto de resistencia frente a
la codicia de los grandes empresarios. ¡Animarse!
La primavera: Vivir y resistir
La
primavera es la estación del despertar, del renacimiento y
del movimiento. Una especie de verdadero año nuevo. Es el momento
de salir de la hibernación, de dejar que la luz se infiltre en cada rincón de
nuestras vidas. Estos planes no son una receta perfecta para un día perfecto,
sino una humilde invitación a redescubrir lo que para mí es esencial: la
conexión con la naturaleza, con nosotras mismas y con nuestras comunidades y
entornos. Se trata de dedicar un día a hacer cosas que me gustan, a darme paz y
a darme mimo.
Celebrar
la primavera no es solo
disfrutar de la nueva luz, sino también transformar nuestro modo de vida o al
menos intentar redirigir nuestras prioridades: elegir cuidadosamente nuestros
tiempos, nuestras relaciones y nuestros recursos. Si te animas, coge alguno de
estos planes y hazlo a tu manera. No se trata de seguir una receta universal,
sino de encontrar en el movimiento, en el simple acto de caminar, leer,
compartir o plantar, el poder de ir transformando poquito a poquito nuestra
vida y, quizá también la sociedad.
¿Qué
planes quieres hacer esta primavera? Cuéntamelo en los comentarios si te
apetece. Nos leemos pronto, hermanas, y a disfrutar de este renacer.
💜
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