Fuego, magia y verano: el origen pagano de la fiesta de San Juan
¡Hola, hermanas del Círculo!
Se acerca ya la fiesta de San Juan, esa noche mágica del 23 al 24 de junio en la que se encienden hogueras, se saltan fuegos y se hacen conjuros de todo tipo. Una fiesta que muchas damos por sentada, que celebramos casi por inercia, pero que tiene unas raíces mucho más profundas (y mucho más interesantes) que lo que nos ha contado la iglesia católica o los programas de fiestas del ayuntamiento.
Y es que, como ya imagináis, San Juan no siempre fue San Juan. Antes de que la iglesia pusiera nombre y santoral a todo lo que se movía, esta fiesta ya se celebraba por toda Europa y más allá. El nombre pagano de esta celebración es Litha: el solsticio de verano del 21 de junio. La noche más corta del año. El día más largo. El momento en que el sol está en su punto álgido y la tierra está llena de vida.
El solsticio de verano era una fiesta para honrar al sol, a la fertilidad, a la abundancia de la tierra. Se celebraba que todo estaba en su punto de máxima expansión, de máxima luz. Era el tiempo de agradecer al sol su calor, y de empezar a prepararse, aunque fuera de forma simbólica, para la lenta decadencia que vendría después. Porque en cuanto pasa el solsticio, los días comienzan a acortarse.
En estas fiestas se encendían hogueras como símbolo de purificación y protección. El fuego no era decorativo: era sagrado. Se pedían deseos, se hacían rituales de fertilidad, de sanación, de protección para el ganado, las cosechas y las personas. Las hierbas que se recogían esa noche se consideraban especialmente potentes (ojo ahí si tienes vena herbolaria). Era una fiesta de la naturaleza, del sol, del cuerpo, de la vida.
Pues un poco lo de siempre: llegó la iglesia católica y dijo "Um, bonita fiesta, pero eso de honrar al sol y bailar en bolas por los prados no acabamos de verlo. ¡Pongámosle un santo! ". Y ahí estaba, San Juan.
¿Y por qué San Juan? Porque según la tradición cristiana, Juan Bautista nació seis meses antes que Jesús. Y ya que la Navidad (otro sabroso reciclaje pagano) caía en el solsticio de invierno, pues metemos a Juan en el solsticio de verano. En su cabeza sonaba redondo. Se cambia el sentido de la celebración, se reprime todo lo que huela a paganismo, se moraliza la cosa y listo. La fiesta sigue, pero domesticada.
Eso sí: por mucho que se intentara tapar, el fuego siguió encendiéndose, la gente siguió pidiendo deseos, las hogueras se siguieron saltando, y muchas de las prácticas precristianas siguieron vivas, a veces camufladas, a veces descaradas. Porque si algo sabe hacer el pueblo, es resistir con alegría.
En Euskal Herria, la víspera de San Juan se celebra desde hace siglos en plazas, barrios y montes, con hogueras comunitarias y bailes alrededor del fuego. En lugares como Tolosa, Bera o Hernani se siguen manteniendo rituales con danzas tradicionales, mientras que en toda Bizkaia y Gipuzkoa es común ver cuadrillas saltando la hoguera, pidiendo deseos o quemando lo viejo. En Catalunya, por ejemplo, se enciende la "flama del Canigó", una llama que baja del Pirineo y recorre pueblos encendiendo hogueras en nombre de la cultura catalana. En Galicia, las meigas se pasean a gusto y el rito del agua de San Juan, en el que se deja agua con flores al rocío, sigue vivo. Y en Alicante directamente arden monumentos enteros con las hogueras de San Juan. Que si hay que quemar, se quema en condiciones.
Si quieres celebrar San Juan (o Litha) desde una perspectiva más conectada con la naturaleza y el ciclo del año, aquí van algunas propuestas:
1. Haz tu propia hoguera ritual (ojo con los incendios)
Una vela, una hoguera controlada en una zona autorizada, una barbacoa... Lo que tengas a mano. El fuego simboliza la luz, la energía, la purificación. Puedes escribir en un papel lo que quieres dejar atrás y quemarlo. O escribir lo que deseas para este nuevo ciclo y ofrecerlo al fuego. O simplemente mirar la llama y agradecer por las cuatro cositas buenas que tenemos en la vida.
2. Recoge hierbas mágicas
Se dice que las hierbas recolectadas en la noche de San Juan tienen propiedades potenciadas. Algunas plantas tradicionales son la verbena, el hipérico (también llamada hierba de San Juan), el romero, la lavanda, la artemisa... Mira a ver qué tienes en tu territorio. Puedes secarlas y usarlas durante el año para hacer infusiones, darte un baño relajante, hacer oleatos o cremas con propiedades medicinales o simplemente para decorar tu casa.
3. Baño purificador (real o simbólico)Antiguamente se creía que bañarse esa noche en el mar, un río o incluso en el rocío de la mañana tenía propiedades protectoras y curativas. Si tienes acceso a un entorno natural, puedes probar. Si no, un baño en casa con sal y hierbas también sirve.
4. Conecta con tu ciclo vital
El solsticio de verano es el pico de energía del año. ¿En qué momento vital estás tú? ¿Qué puedes eliminar en tu vida? ¿Qué quieres mantener? Honra tu propio ritmo.
5. Celebra con otras
Haz una cena con amigas, salid a ver el fuego, compartid deseos, bailad. No hace falta hacer un ritual solemne si no te apetece. La alegría también es revolucionaria. Y si encima lo haces conectando con la tierra y no con el martirio de ningún santo, pues digo yo que mejor.
Porque reconectar con estas fiestas desde su sentido original nos devuelve una parte de nuestra cultura y de nuestra herencia que nos han robado: nuestra relación con la tierra, con los ciclos naturales, con el cuerpo, con la comunidad. Nos recuerda que no todo debe celebrarse en torno a un calendario impuesto ni a una moral que desprecia tanto lo terrenal como todo lo femenino, entre otras cosas.
Y también porque, siendo sinceras, es más divertido saltar un fuego pidiendo deseos que rezar un rosario. Esta fiesta, amiga, no va de culpa, va de vida. De luz. De fuego. De placer. Y eso, lo siento mucho, no entra en el catecismo.
Hazle un corte de mangas simbólico al calendario litúrgico si eres un poco atea y anticlerical como yo, busca una hoguera, un prado, un círculo de amigas, unas hierbas, una vela. Celebra que estás viva, que el sol brilla y que llega el día más largo del año. Y eso no lo puede borrar ningún santo.
Cuéntame si quieres cómo lo celebras tú o qué parte de esta tradición te gustaría recuperar. Puedes dejar un comentario, compartir esta entrada o simplemente salir ahí fuera y prender tu propia chispa. Celebremos la vida, la luz y lo salvaje. 🌞🔥🌿
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